Entonces la llamé y le pregunté si podíamos retomar esa hermosa costumbre y presentar un cuento suyo que yo pudiera ilustrar.
Para mi alegría, me contestó que sí, y así nació "El Moco de Clara".
El cuento, básicamente, contaba las aventuras de un moco que viajaba pegándose de un personaje a otro, hasta que por coincidencia volvía a juntarse con la niña de cuya nariz había salido.
Muchas cosas pasaban y le pasaban a los personajes durante este viaje, pero mi primera preocupación fue cómo ilustrar al moco sin caer en lo escatológico y sin perder la profundidad que tenía el relato.
Ya lo he comentado antes: el proceso creativo es algo misterioso, a veces, y aquella vez la respuesta vino sola. Mi hija mayor, muy pequeña entonces, llegó de su jardín infantil con un pequeño trozo de lana verde oliva y estuvo jugando toda la tarde a hacer un ovillito diminuto.
Delante de mi nariz de pronto apareció el moco, perfecto!
Para los que quieran saberlo: no, no ganamos el concurso (y después aprendimos que lo que habíamos hecho no era realmente un álbum ilustrado!), pero recobramos algo mucho más valioso, algo que tiene que ver con la verdadera amistad a través del tiempo.
En el 2010 la Editorial Alfaguara publicó el proyecto con una pequeñísima adaptación de formato.
Va en la segunda edición.
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